Ante la tumba de César Vallejo
El día era frío y el cementerio de Montparnasse parecía un pulmón de muerte y de quietud en medio de París.
J’ai tant de neige
pour que tu dormes
está escrito sobre tu lápida, César Vallejo, maestro de la pena y de las cucharas vacías. Como tristes exvotos te acompañaban un cepillo de dientes, una taza de café, unas piedras sobre un pañuelo, una hoja sucia en la que alguien te había escrito un poema, y una flauta andina en miniatura. Tu dolor estaba intacto, hermano. Yo te he dejado una rosa blanca como la nieve y silenciosa como el sueño.