El loco

El loco

Yo soy un loco, uno que vive en el patio, con mirada extraviada, tocado por la divinidad, perseguido por los demonios, acunado por los arcángeles negros. De mi huyen los niños y me persiguen los viejos. Yo soy un loco de remate... mi mente es un torbellino de pensamientos y emociones que se entrelazan en una danza caótica. Me sumerjo en un océano de ideas que desafían las convenciones sociales y despiertan el temor en los corazones de quienes me rodean.

Desde muy temprana edad, me di cuenta de que mi mente funcionaba de manera diferente a la de los demás. Mientras mis compañeros de clase se dedicaban a seguir las normas establecidas, yo me perdía en un laberinto de imaginación y creatividad. Mi espíritu inquieto buscaba respuestas a preguntas que muchos consideraban absurdas o inalcanzables.

El patio se convirtió en mi refugio, en el escenario de mis pensamientos desbordantes. Allí, rodeado de árboles y pájaros que trinaban melodías desconocidas, me sentía libre. Era como si la naturaleza misma entendiera mi locura y me aceptara tal como era.

A menudo, me encontraba perdido en mis propios laberintos mentales. En esas ocasiones, me sentaba en una silla desvencijada y dejaba que mi mirada se extraviara en el horizonte. Era entonces cuando la divinidad tocaba mi alma, susurrándome secretos que solo yo podía comprender.

Pero no todo era luz en mi camino. Los demonios también acechaban mis pensamientos y me tentaban con sus sombras. Me susurraban palabras de desesperación y tristeza, intentando arrastrarme hacia la oscuridad. Sin embargo, resistía con todas mis fuerzas, aferrándome a la chispa de esperanza que ardía en mi interior.

Los niños me evitaban, temerosos de mi aparente locura. Tal vez veían en mí un reflejo de sus propios miedos y fracasos, y preferían mantenerse alejados. Pero los viejos eran diferentes. Ellos no conocían el temor y me perseguían con ojos brillantes, ansiosos por descubrir los secretos que habitaban mi mente.

No puedo negar que soy un loco de remate, pero esa locura es mi regalo y mi maldición. A través de ella, he visto mundos desconocidos y he explorado dimensiones que solo existen en los confines de mi imaginación. A veces me siento como un arlequín en un mundo de monotonía, un destello de color en un lienzo en blanco.

La sociedad puede tildarme de excéntrico, de inadaptado. Pero yo sé que mi locura es mi esencia, mi brújula en un mundo confuso. Soy un navegante solitario en un océano de pensamientos, en busca de respuestas que tal vez nunca encuentre.

Así que seguiré viviendo en el patio, con mi mirada extraviada y tocado por la divinidad. Continuaré persiguiendo mis sueños más audaces y desafiando los límites impuestos por aquellos que no entienden mi locura.