Herbert Quant, físico teórico de mecánica cuántica, pronuncia su conferencia sobre los universos paralelos en su habitual bata roja de guatiné estampado. Todos están expectantes. ¿Qué nuevas sorpresas habrá descubierto este genio, este prohombre, este patrimonio de la humanidad?

«Señoras, señores, buenas tardes, la conferencia que hoy voy a pronunciar es un vuelco radical en las teorías de los universos paralelos, que yo mismo propuse. La teoría de los universos paralelos está totalmente equivocada. Los universos no son en modo alguno paralelos sino circulares, o más bien habría que decir, serpentíneos, curvilíneos, díscolos. Si hubiera que utilizar una metáfora, serían más parecidos a un conjunto de muelles entremezclados que se bifurcan en infinitos muelles y que vuelven a confluir en recombinaciones infinitas. El universo actual quizás está empezando a curvarse para cualquiera de ustedes en otro nuevo y completamente diferente. Así pues la idea de que los universos no podían confluir, precisamente por su caracter paralelo, hay que abandonarla con la misma rapidez con la que se adoptó. Insisto, los universos no son en absoluto paralelos sino que confluyen y difluyen en forma de estructuras circulares. El universo que hoy vivimos podemos volver a vivirlo con leves o nulas variaciones, de forma aleatoria, en otro universo…»

El incrédulo geek se levantó de entre el público de la sala gritando:
—¡No es justo, los físicos teóricos juegan a la comba con «supercuerdas»!

Estructuras circulares y supercuerdas