Eucaristía
A la cola, como todo el mundo –dijo el cura apartando la oblea de sus fauces “metálicas”–, ¿o crees que por comulgar el último Dios te quiere menos? Además, con eso que te han puesto en la boca no se recibe el cuerpo de Cristo. Así que ya te lo estás quitando. ¿No querrás que el Señor se sienta como si hubiese entrado en un desguace lleno de hierros retorcidos?
Cabizbajo, se puso el último, casi a la entrada, justo detrás de la sonrisa triunfal de su prima Eufemia, y tiró y tiró hasta que la ortodoncia –¡cluf!– cayó sanguinolenta en la pila del agua bendita.