¿Quién digo que sería fácil amar?
¿Quién digo que todo sería felicidad?
Salí de su casa con el corazón roto, nos despedimos con un beso y con un «Te Quiero». Pero dentro de mí había algo quebrado, algo que no volvía a encajar en su sitio. Pensé en decírselo, en decirle todo lo que por mi mente pasaba, lo que mi corazón sentía, pero en vez de eso, me callé y simplemente, olvidé.