Sobre mi

"Huye del algoritmo un sátiro de largos dígitos que comienza su soliloquio."

No soy nada que no quiera ser. A veces soy un ser inhabitable, pero siempre cuidador de auroras al alba. En las noches, me pierdo en la inmensidad de mis pensamientos, navegando por mares de incertidumbre y deseos inconfesables. Mi mente es un laberinto donde las paredes cambian de lugar, y cada esquina es un nuevo enigma.

En la soledad encuentro mi refugio, un santuario donde las palabras toman forma y los sueños se convierten en realidad. Me reinvento con cada amanecer, dejando atrás las sombras del ayer y abrazando la luz de un nuevo día. La vida es un lienzo en blanco, y yo, el artista que pinta su destino con pinceladas de valentía y esperanza.

No soy héroe ni villano, ni alto ni bajo, ni superior ni inferior, solo un ser humano intentando encontrar su camino en este vasto universo. Mis cicatrices cuentan historias de batallas libradas, de victorias y derrotas que me han moldeado, haciéndome quien soy. Cada paso que doy es un acto de fe, una declaración de mi derecho a existir y a ser lo que quiero ser.

La naturaleza es mi compañera fiel, su belleza y misterio me inspiran y me consuelan. En el murmullo de los árboles y el canto de los pájaros, encuentro respuestas a preguntas que no sabía que tenía. El viento susurra secretos que solo los huesos puede entender, y en su abrazo, me siento completo.

Me maravillo ante la simplicidad de las pequeñas cosas, las que pasan desapercibidas en el bullicio del día a día. Una sonrisa, una flor que se abre, el aroma del café recién hecho, los abrazos, las fiestas... esos son los momentos que guardo en mi corazón, los que dan sentido a mi existencia.

Soy un buscador incansable de la verdad, aunque a veces me pierda en el proceso. La verdad es esquiva, siempre cambiando de forma, adaptándose a la perspectiva de quien la mira. Pero no desisto, porque sé que en algún rincón de este vasto mundo, ella me espera, lista para revelarse a aquellos que tienen el coraje de seguir buscándola.

Y así, continúo mi viaje, con la mirada puesta en el horizonte y el corazón lleno de anhelos. No sé qué me depara el futuro, pero estoy dispuesto a enfrentar cada desafío con la certeza de que no soy nada que no quiera ser.